Es frecuente
presenciar en los medios de comunicación la descalificación del contrario y, si
las caras visibles de las empresas y organizaciones son sus presidentes, no es
de extrañar que también estos se vean objeto de críticas e incluso insultos.
Pongo como ejemplo actual a los presidentes de los dos Consejos Generales, de
Médicos y de Enfermería. Al primero de ellos, Juan José Rodríguez Sendín, el
digital sanitario Sanifax le ha llamado reiteradamente “el cateto de La Mancha”
e incluso ha tratado en alguna ocasión de decir que “cateto” no es un insulto
sino que se refiere a un “lugareño” y que “La Mancha” es la región española a
la que pertenece; pero el mismo diccionario de la RAE advierte que bien se
trate de un “lugareño” o de un “palurdo” (los dos significados que la RAE
asocia a esta palabra) se trata de un término “despectivo”.
Por lo que se
refiere al otro ejemplo, Máximo González Jurado, el digital PR Noticias se ha
referido a él llamándole “callista”. Es evidente que esa palabra no es un
insulto sino una forma de referirse a los podólogos y que según el diccionario
de la RAE es una “persona que se dedica a cortar o extirpar y curar
callos, uñeros y otras dolencias de los pies” y se justifican diciendo que, efectivamente,
el citado presidente tiene esa titulación. Pero lo que resulta claro es que la
reiteración en llamar “callista” a un presidente se hace con ánimo de molestar.
Desde aquí no entramos a valorar estos procederes, sino
simplemente a dejar constancia de una práctica habitual en nuestros medios de
comunicación.
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