(AZprensa) A los Estados Unidos se les personifica de
forma figurada como el “Tío Sam” y este tío, además de tener un gran poder
militar tiene un gran poder económico. Como ejemplo, repasemos lo que fue la
construcción del Canal de Panamá…
Liderado por los franceses, en 1905 comenzaron los trabajos para abrir el Canal de Panamá, que permitiría unir por mar los océanos Atlántico y Pacífico, ahorrando miles de dólares y de horas de navegación a todos los barcos que quisiesen llegar de la costa este a la costa oeste del continente americano. Pero aquella zona era de selva impenetrable y los técnicos y los obreros tenían que luchar contra el terreno, el clima, la maleza y… los mosquitos. Pero resulta que hasta que no llevaban nueve años de infructuosos trabajos allí no se dieron cuenta que eran los mosquitos quienes transmitían la malaria y la fiebre amarilla, diezmando y debilitando a todos los trabajadores.
Las compañías Universal del Canal Interoceánico, primero, y La Nueva Compañía del Canal de Panamá, después, quebraron una tras otra, así que apareció el Tío Sam y el gobierno del presidente de Estados Unidos, Roosvelt, compró esta última por 40 millones de dólares.
Como se necesitaba mano de obra barata y el Tío Sam tenía dinero, ofreció unos buenos sueldos (buenos si los comparamos con los que se estilaban en esos otros países) y reclutaron 45.000 trabajadores que eran: 30.000 negros (principalmente de Jamaica) y 12.000 europeos (entre ellos 8.000 españoles).
Pero los estadounidenses eran los señoritos y los demás los siervos. Así se podía comprobar a la hora de establecer los sueldos, que se dividieron en dos categorías:
Nivel Gold: Para personal cualificado, técnicos y administración, que eran mayoritariamente estadounidenses.
Nivel Silver: Para obreros españoles, italianos, griegos, jamaicanos e indios nativos.
Al final, la construcción del Canal de Panamá le costó al Tío Sam 223 millones de dólares, finalizando las obras el 15 de agosto de 1914 en que el barco “Cristóbal” pasó por primera vez del Atlántico al Pacífico.
Los honores y los beneficios, como de costumbre, fueron para Estados Unidos, y el sudor y las calamidades, para los obreros nativos y europeos.
Una selección de artículos e informaciones de periodismo auténticamente independiente:
“Lecturas diferentes”: https://amzn.to/3Gwdrji
Liderado por los franceses, en 1905 comenzaron los trabajos para abrir el Canal de Panamá, que permitiría unir por mar los océanos Atlántico y Pacífico, ahorrando miles de dólares y de horas de navegación a todos los barcos que quisiesen llegar de la costa este a la costa oeste del continente americano. Pero aquella zona era de selva impenetrable y los técnicos y los obreros tenían que luchar contra el terreno, el clima, la maleza y… los mosquitos. Pero resulta que hasta que no llevaban nueve años de infructuosos trabajos allí no se dieron cuenta que eran los mosquitos quienes transmitían la malaria y la fiebre amarilla, diezmando y debilitando a todos los trabajadores.
Las compañías Universal del Canal Interoceánico, primero, y La Nueva Compañía del Canal de Panamá, después, quebraron una tras otra, así que apareció el Tío Sam y el gobierno del presidente de Estados Unidos, Roosvelt, compró esta última por 40 millones de dólares.
Como se necesitaba mano de obra barata y el Tío Sam tenía dinero, ofreció unos buenos sueldos (buenos si los comparamos con los que se estilaban en esos otros países) y reclutaron 45.000 trabajadores que eran: 30.000 negros (principalmente de Jamaica) y 12.000 europeos (entre ellos 8.000 españoles).
Pero los estadounidenses eran los señoritos y los demás los siervos. Así se podía comprobar a la hora de establecer los sueldos, que se dividieron en dos categorías:
Nivel Gold: Para personal cualificado, técnicos y administración, que eran mayoritariamente estadounidenses.
Nivel Silver: Para obreros españoles, italianos, griegos, jamaicanos e indios nativos.
Al final, la construcción del Canal de Panamá le costó al Tío Sam 223 millones de dólares, finalizando las obras el 15 de agosto de 1914 en que el barco “Cristóbal” pasó por primera vez del Atlántico al Pacífico.
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