(AZprensa) Todos pensamos que la luz es indispensable
para que prospere la vida, al igual que es necesaria el agua, el oxígeno, etc.,
es decir, siempre tomamos como modelo nuestro planeta y pensamos que no puede
existir vida en donde no se den las condiciones que tenemos en nuestro planeta.
Sin embargo la vida se abre camino en los entorno más inverosímiles, y un
ejemplo de eso lo tenemos en nuestro propio planeta, en una cueva que ha
permanecido aislada del exterior durante millones de años, la cueva Movile.
No es una cueva cualquiera, tiene al menos 100 kilómetros
cuadrados de extensión, la mayor parte de los mismos difícilmente accesibles e
inexplorados y su única entrada quedó sellada hace 5,5 millones de años por lo
que nunca ha recibido ni un solo rayo de luz. Está situada al oeste del Mar
Negro, en Rumanía, y fue descubierta hace tan solo unas pocas décadas.
En 1996 un grupo de científicos realizó su exploración,
encontrando cosas sorprendentes: En su interior, hay menos de la mitad del
oxígeno que hay en la superficie de nuestro planeta y hay una concentración de
dióxido de carbono 100 veces superior a la del exterior que respiramos, así
como elevadas concentraciones de sulfuro de hidrógeno. No hay ni ha tenido
nunca ni un rayo de luz y sin embargo estos científicos encontraron y
catalogaron 48 especies, de las cuales 33 eran exclusivas de esta cueva: arañas,
pseudoescorpiones, cochinillas, ciempiés, sanguijuelas, caracoles, etc. todos ellos sin visión (al no haber luz no
la necesitan) y sin pigmentos.
Quedaron sorprendidos por la existencia de tan abundante
ecosistema en un lugar irrespirable y sin luz, y en done no hay rastros de vida
vegetal al no haber fotosíntesis. La pregunta era: ¿Qué comían esas especies?
Descubrieron que en la superficie del agua y en las paredes de la cueva se
había desarrollado una película espumosa formada por miles de millones de
bacterias que pueden extraer el carbono sin necesidad de luz solar, unas lo
obtienen del dióxido de carbono y otras del metano. Y a partir de ahí se ha
desarrollado, de forma autóctona, un peculiar ciclo de la vida a medida que las
pequeñas criaturas se comen el limo y las criaturas más grandes se comen a las
más pequeñas.
Las investigaciones de aquellos biólogos de la
Universidad de Cincinnati (Estados Unidos) fueron publicadas en la revista
“Science” y estudios posteriores han confirmado lo excepcional de este ecosistema
auténticamente “extraterrestre” aunque se esconda en las entrañas de nuestro propio
planeta. Para preservar esta joya biológica, el acceso a la cueva está
prohibido por las autoridades que sólo conceden eventualmente algún permiso a
los investigadores. Por otra parte, la enorme extensión de la misma, los
estrechos pasadizos y profundos pozos verticales con que cuenta, son suficiente
protección para mantener inalterado este curioso ecosistema durante muchos millones
de años más.
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