Escríbeme un discurso
(AZprensa) Cuando ya llevaba unos meses en
la Organización Médica Colegial (OMC) y para mí no tenía secretos la redacción de notas de prensa y
comunicados, llegó lo que comúnmente se conoce como “marrón”, aunque yo me lo
tomé deportivamente y lo consideré un reto: algo que nunca había hecho y quería
demostrarme a mí mismo si era capaz de ello.
Entró el presidente a mi despacho y me dijo: “El viernes
(es decir, dentro de tres días) voy al Colegio de Médicos de tal provincia para
la toma de posesión del nuevo presidente del Colegio. Escríbeme un discurso”.
Cuando yo me disponía a coger papel y lápiz para apuntar, mientras le respondía
“¿qué mensajes quieres transmitir?”… el presidente ya se había marchado. Esa
era toda la información de que disponía para escribir un discurso. Una vez
repuesto de mi sorpresa, me levanté y fui a su despacho. La puerta estaba
cerrada como siempre (no como con el presidente de AstraZéneca, Carlos Trias,
que siempre la tenía abierta) y le dije a su secretaria lo que había pasado.
Ella, que ya lo sabía, lo consideró como lo más natural del mundo y, como
información adicional, me dijo: “escríbelo como quieras, tú ya sabes”.
¿Cómo que yo ya sabía? ¡Esa era la primera vez en mi vida
que tenía que escribir un discurso y encima de tema colegial y político, algo
que desconocía por completo. Pero ya digo que me lo tomé como un reto y me
acordé de los consejos de mi profesor de sociología, Amando de Miguel, cuando
estudiaba Publicidad: “la clave es buscar información”. Ahora, por lo menos,
existía Internet y allí quizás podía encontrar lo necesario para un artículo.
Voy a recapitular. Esta es la información base para
escribir un discurso: “Toma de posesión del presidente del Colegio de Médicos
de tal provincia”. Sólo conocía, pues, el nombre de la provincia y el nombre
del nuevo presidente, y esto último no porque me lo hubiesen dicho sino porque
había publicado días antes la noticia en “Médicos y Pacientes”. Total, que me
puse a buscar información empezando por el susodicho nuevo presidente. En las
noticias de la prensa de aquella provincia venían entrevistas con él, y tirando
de hemeroteca, pude ir componiendo una semblanza del mismo, con sus ideas, su
trayectoria, sus propuestas… Recopilé también información de ese Colegio de
Médicos, y de los retos sanitarios que tenía esa provincia. Al final, con toda
esa información empecé a escribir el discurso, con el enfoque que me pareció a
mí, destacando lo que me parecía a mí, y con la extensión que consideré
oportuna… y se lo pasé, aunque le hice la observación de que no había puesto
eso que siempre se dice al principio en todos los discursos y que a mí me
repatea: “Saludo al ilustrísimo tal y a la excelentísima tal, etc. etc.”, es
decir esa larga retahíla de elogios a los cargos más distinguidos que acuden al
acto; y no lo hice porque no sabía quién iba a acudir y porque se me revuelven
las tripas si lo hago: para mí todos los seres humanos somos iguales y tan
importante es un ministro como el bedel que te abre la puerta.
¿Y qué pasó? Pues que le pareció bien… pero lo malo vino
después: le pareció tan bien que ya lo tomó por costumbre y cada vez que tenía
que acudir a un acto inaugural (algo que sucedía como mínimo un par de veces al
mes) en donde diría algunas palabras, me pedía el discurso correspondiente,
pero eso sí, sin darme más información que el nombre del lugar y el nombre de la
persona o acto de que se tratase.
Anécdotas de un Director de Comunicación que pasó por
Zeltia, Syngenta, Bristol Myers Squibb, AstraZeneca y la Organización Médica
Colegial (OMC).
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