(AZprensa) Algunos médicos, como el
cardiólogo Juan Ramón González Juanatey, tienen el suficiente prestigio y
personalidad, como para saber mostrarse agradecidos cuando la ocasión lo
requiere. Concretamente con este doctor fui testigo presencial de varios de
estos hechos. Cuando se le invitaba para dar una conferencia a otros colegas
(en una reunión organizada y pagada por mi laboratorio) él no tenía
inconveniente en dar las gracias públicamente al laboratorio que había hecho
posible ese encuentro. E incluso, si la ocasión lo requería, citaba las
bondades de alguno de nuestros antihipertensivos (¿por qué no iba a citarlas si
efectivamente eran de los mejores?).
Pues esto que parece normal, no lo es tanto. Hay muchos
médicos que, aun recibiendo dinero del laboratorio por dar una conferencia, aun
sabiendo que esa reunión en la cual van a engordar su ego ante los colegas,
está pagada por el laboratorio, no dan las gracias ni citan al laboratorio; es
más, se creen que el laboratorio tiene la obligación de encumbrarles a cambio
de nada. Y por supuesto, no citan ninguno de los productos del laboratorio.
Porque una cosa es hacer elogios exagerados y otra muy distinta la educación.
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