(AZprensa) Este nuevo síndrome no viene aún en los libros
de Medicina, pero suele afectar a muchas personas, las cuales se encuentran
siempre muy cansadas a pesar de no hacer nada en todo el día. Suele afectar a
las personas mayores y por eso se llama Síndrome de Atención Deficiente Activado por la Edad
Para que compruebes si tú padeces este síndrome o conoces
a alguna persona que lo padece, aquí te detallo una mañana cualquiera de uno de
estos enfermos, según su propio testimonio:
“Me levanto decidido, ‘hoy es el día’ me digo, y estoy
dispuesto a lavar el coche. Voy al mueble de la entrada para coger las llaves y
veo que no están ahí, así que voy al dormitorio pensado que las dejé en la
mesilla de noche. Al entrar en el dormitorio veo que he dejado el pijama en el
suelo, con la ropa sucia para lavar, así que lo cojo y lo echo a la lavadora.
Voy a buscar el detergente, y al abrir el armario veo que el frasco del
abrillantador está medio vacío, así que decido ir a rellenarlo. Busco en otro
armario y encuentro el carrete de cinta aislante que buscaba ayer para arreglar
un enchufe, así que lo cojo y voy a la mesa en donde tengo el cable pendiente
de reparar. En la mesa veo que me dejé la taza de café del día anterior, así
que la recojo para llevarla a la cocina, pero antes paso por el salón para ver
si hay más vasos o platos sucios, así que dejo la taza en la mesa del salón en
donde dejé una novela a medio leer. Cojo la novela y la llevo hacia el sofá, en
donde está medio tapado por los cojines el mando del televisor, así que lo cojo
y lo dejo en el brazo del sofá, quitando de ahí una libreta de notas en donde
había apuntado todo lo que tenía que hacer. Me decido a leerla, pero no tengo
puestas las gafas de leer, así que voy a buscarlas a otra habitación en donde
encuentro las gafas de lejos, las cojo y las llevo al salón pero con esas gafas
no puedo leerlo, así que decido dejarlo y terminar de recoger los platos
sucios. Hago un montón con ellos y cuando voy a llevarlos a la cocina me
acuerdo que tengo que salir a comprar el pan, así que voy a coger el monedero.
Cuando lo cojo, veo que no tengo suficiente calderilla, así que voy a buscar el
billetero que está en la mesilla de noche. Al llegar al dormitorio me doy
cuenta que la persiana sigue bajada, así que voy a abrirla pero antes de hacerlo
tropiezo con unos zapatos que dejé tirados por el suelo, los recojo pero no encuentro
su caja, así que voy a buscarla en el armario. Al abrir el armario veo un
jersey muy bonito que me compré y todavía no he estrenado, así que lo cojo para
cambiarme de ropa, pero antes voy a buscar el móvil no vaya a ser que salga a
la calle sin él y siempre hay que estar localizado. Voy al salón a buscarlo y…
Cuatro horas después, todo sigue igual, no he salido de casa,
no he comprado el pan ni he lavado el coche, no he puesto la lavadora ni he
recogido los platos para ponerlos en el lavavajillas, no me he vestido, no he
levantado la persiana del dormitorio, no he arreglado el cable, no he rellenado
la botella de abrillantador, no me he cambiado de ropa, he cogido el billetero,
no he encontrado las gafas de cerca… no he hecho nada, en definitiva, y sin embargo
estoy muy cansado. Me siento en el sofá y me digo que mañana tengo que llamar
al médico para ver si me manda algo para el cansancio”.
El humor es la mejor medicina y la única que no tiene efectos secundarios; bueno, si acaso, un poco de hipo.
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