Se veía entonces que la venta libre ya estaba superando a la venta de medicamentos en porcentaje, y que el porcentaje de beneficio que reportaban los productos de parafarmacia era muy superior al de la venta de medicamentos con receta. Se entraba en una dinámica de competencia –tal como sucede en otros sectores- a la que no estaban acostumbradas… ni preparadas.
En aquél momento, el coste de personal de una farmacia estaba en torno al 10 a 14 por ciento, y los gastos de explotación entre el 7 y 9 por ciento. En cuanto al EBITDA, es decir, el beneficio antes de intereses, impuestos y amortizaciones, se situaba en un 12,9 por ciento de media.
Esto era entonces; ahora, la parafarmacia sigue un ritmo de implantación imparable; los supermercados tienen su propio departamento de “salud”, y la compra de medicamentos sin receta y de otros productos relacionados con la salud, por Internet cada día es mayor.
Las farmacias siguen luchando por sobrevivir frente a una competencia, cada día más feroz y que juega con ventaja, ya que no tiene las limitaciones que se imponen a las oficinas de farmacia.
Una historia de la industria farmacéutica a través de uno de sus referentes.
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