(AZprensa) La depresión es una enfermedad que no suele
aparecer en las personas con daño cerebral, de ahí la importancia de un
diagnóstico correcto. Hasta el 60 por ciento de las personas con daño cerebral
sufren de apatía, como principal secuela conductual de su lesión. Especialistas
de Irenea, Instituto de Rehabilitación Neurológica del Hospital Vithas Vigo
alertan que, en ocasiones, un mal diagnóstico lleva a estos pacientes a ser
tratados como si sufrieran una depresión.
De hecho, la Dra. Belén Moliner, directora médica de este
Instituto, señala que “según la literatura científica, hoy sabemos que 6 de
cada 10 personas que han sufrido una lesión cerebral presentan apatía como
secuela principal. Es más, en un estudio sobre cognición social que realizamos
en nuestro Instituto de Rehabilitación Neurológica con pacientes que habían
completado con éxito nuestro programa de rehabilitación motora, cognitiva y
funcional y que tenían todas las herramientas para tener una integración social
plena, observamos que hasta un 80% de ellos continuaba mostrando la apatía como
principal alteración neuroconductual, es decir, que hablaríamos de 8 de cada
10”.
Según los profesionales de neurorrehabilitación, puede
aparecer cierta confusión diagnóstica entre la apatía y la depresión al
presentar una gran similitud en algunos de los síntomas, como la falta de
iniciativa, la tendencia a la inmovilidad y la abulia. Sin embargo, a nivel
emocional, los pacientes apáticos que han sufrido un daño cerebral presentan
tendencia al embotamiento afectivo, frente a las personas con depresión, que
suelen mostrar una tendencia a la tristeza o melancolía emocional. La apatía es
consecuencia directa de un daño cerebral en las zonas relacionadas con la
motivación y la iniciativa, que se encuentran situadas en el cíngulo anterior,
mientras que la depresión supone una alteración emocional que entra dentro del
marco de la Salud Mental.
De hecho, concreta Pablo Villarino, director de Irenea en
Vithas Vigo, “una de las características de la apatía es el denominado
embotamiento afectivo. Esto significa que la persona apática con daño cerebral,
no se emocionará por las mismas cosas que antes sí o lo hará de forma
diferente, en menor magnitud. Las personas cercanas suelen referir que sus
familiares con daño cerebral están más fríos, menos ‘emocionales’. Por esto
mismo, la apatía es la alteración de conducta que más desgaste genera en los
cuidadores principales, ya que el embotamiento afectivo y la falta de
motivación generalizada en todas las esferas del funcionamiento de la persona,
provoca que sea más fría, menos sensible y que no se emocione de la misma
manera que antes de la lesión, lo cual genera sensación de abandono y soledad
en su entorno más cercano”.
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