(AZprensa) La intromisión del Gobierno en nuestras vidas
privadas alcanza ya tintes patológicos. Nos dicen qué tenemos que comer, cuando
poner la calefacción y a qué temperatura, cómo tenemos que hacer uso del agua
caliente, qué palabras podemos decir y cuáles no…
¿Te parece exagerado lo que digo? Pues no hay más que ver
las instrucciones de un juego tan popular como el Scrabble. Este juego,
siguiendo las directrices de lo “políticamente correcto” se ha sumado a la
nueva línea de pensamiento que se quiere imponer.
En la imagen puedes ver cómo dice muy claramente en sus
instrucciones del juego que “no se pueden usar palabras que puedan calificarse
como ofensivas o que inciten al odio”, pero sin dar más explicaciones al
respecto.
Pero, vamos a ver, son las instrucciones de un juego, y
los juegos se juegan entre amigos y familiares, en plan alegre y festivo. Por
lo tanto, si este juego consiste en formar palabras que estén recogidas en el
diccionario ¿por qué nos dicen que no están permitidas ciertas palabras?
Si en el diccionario vienen palabras como culo, mierda,
cabrón, puta, negro, minusválido, moro, socialista, dictador, etc. ¿por qué no
vamos a poder utilizarlas? Todas ellas son palabras de nuestro idioma,
recogidas en el diccionario, y en este juego se trata de componer palabras.
¿Por qué unas sí y otras no?
Y aquí viene lo peor. En las instrucciones no te dicen
cuáles son las palabras que no puedes utilizar, sino que lo deja a criterio de
quien se pueda sentir ofendido por ellas. Es decir, están animando a la
confrontación, al odio entre amigos y familiares. Basta que uno diga “no vale
la palabra ‘puta’ porque me ofende” para que otro diga “no vale la palabra ‘socialista’
porque a mí me incita al odio”. A ver, demuestra que el primero no se siente
ofendido y el segundo no siente odio al escuchar o leer esa palabra. ¿Quién
establece en ese grupo de amigos y familiares, sin que haya presencia de ningún
miembro del Gobierno que actúe como censor, si está justificado o no ofenderse o
sentir odio por una palabra?
Esta nueva corriente de los “ofendiditos”, los que se
ofenden por todo, que está impulsando el Gobierno, ha trascendido ya hasta los
juegos de mesa. Ya no podremos jugar tranquilos porque siempre puede salir un
jugador que diga que se siente ofendido por una palabra o que esa otra le
incita al odio. Venga ¡demuéstrame que una palabra, la que sea, no incita al
odio! Cualquier palabra puede incitar al odio, por ejemplo la palabra
‘político´. ¡Demuéstrame que no siento odio al leer o escuchar esa palabra! Y
puestos así, demuéstrame que no me siento ofendido si alguien pone en el juego
la palabra “podemos” (en el Scrabble se pueden utilizar tiempos verbales, así
que “podemos” es válida, pero según estas nuevas instrucciones, alguien se
puede sentir ofendido o incitado al odio por tal palabra). Si todo lo dejamos
en la fina piel de los “ofendiditos” ya no podremos ni hablar.
La partida de Scrabble que empezó entre risas y buen
rollo se ha agriado. Tú has dicho que “maricón” es ofensiva e incita al odio,
el de tu derecha ha dicho que a él lo que le incita al odio es la palabra “izquierda”,
el siguiente se exalta y dice que a él le resulta ofensiva la palabra
“tartamudo”, y el cuarto y último dice que con tantas gilipolleces no se puede
jugar y que os vayáis todos a la mierda.
Así es como quieren vernos los que dirigen el mundo:
enfrentados, llenos de odio hacia todos los demás excepto para Papá Estado que
cuida de nosotros, nos dice lo que tenemos que hacer, cómo tenemos que hablar,
cómo tenemos que vivir y hasta cómo tenemos que pensar. Y Papá Estado está 24
horas al día a nuestro lado, en tu móvil, en las redes sociales, en la
televisión.
En la imagen, instrucciones del nuevo Scrabble para "ofendiditos".
Así empezó todo. Nos lo dijeron “el gran reseteo” y no nos lo creímos; pero la nueva era ya ha comenzado.
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