sábado, 7 de enero de 2023

Los buenos medicamentos permanecen... sólo si son rentables

(AZprensa) Si vas a la farmacia todavía puedes encontrar una crema que se llama Synalar Rectal y sirve para aliviar los procesos hemorroidales. Desde luego que, si tienes unas buenas hemorroides, lo mejor será tratarlas quirúrgicamente; hay técnicas como la crioterapia, electrocoagulación y otras muchas que resuelven el problema. Pero si sólo se trata de un pequeño brote hemorroidal, suele ser suficiente con aplicarse una crema durante unos días.

 
Entre todas las cremas disponibles se encontraba el Synalar Rectal, que contenía acetónido de fluocinolona, un corticoide tópico descubierto por los laboratorios Syntex en 1957 y que aún mantiene su eficacia y es equiparable a otros muchos descubiertos más recientemente, junto con subgalato de bismuto, lidocaína y levomentol, para aliviar el dolor y proporcionar además una sensación de frescor.
 
La fluocinolona es un corticoide “tópico”, esto quiere decir que sólo actúa a nivel local, no se absorbe y por lo tanto no pasa al torrente circulatorio, evitando así los efectos secundarios característicos de los corticoides.
 
Todo estaba bien, los médicos lo recetaban y los pacientes lo disfrutaban hasta que un día… el Gobierno de turno decidió recortar gastos sanitarios y optó por lo más fácil: excluir medicamentos de la Sanidad pública. Medicamentos que, a juicio de las Autoridades sanitarias (esas mismas que varios años atrás los habían autorizado) ahora ya eran “prescindibles” como los jarabes para la tos o para abrir el apetito, las cremas dermatológicas y antiinflamatorias, etc.
 
Una gran cantidad de estos productos se vio abocada a su desaparición –ya que dejarían de ser recetados por la Sanidad pública- aunque algunos, como el Synalar Rectal, encontraron soluciones alternativas, en este caso: simplificando su formulación.
 
El laboratorio responsable del producto decidió prescindir de la lidocaína, el mentol y el bismuto, para dejar sólo el principio activo –que era el que realmente actuaba contra el proceso inflamatorio y solucionaba el proceso- y justificar así una reducción en el precio que –a fin de cuentas- era lo único que preocupaba a las Autoridades sanitarias: ahorrar en medicamentos.
 
De esta forma cambió su nombre por el de Synalar Rectal Simple y durante un corto espacio de tiempo estuvo conviviendo con el Synalar Rectal tradicional (este último ya sin financiación pública), pero poco después ya sólo quedó la forma “Simple”.
 
Años más tarde, el Gobierno hizo otro recorte y también dejaron de recetarse con cargo a la financiación pública otros muchos productos, entre ellos el Synalar Rectal.
 
Desaparecido su laboratorio investigador (Syntex), este medicamento fue pasando de un laboratorio a otro, hasta llegar al laboratorio farmacéutico sueco, Karo Pharma, que es quien lo comercializa actualmente en sus dos presentaciones tradicionales de 30 y 60 gramos. A pesar de tan azarosa singladura a lo largo de más de seis décadas, el Synalar Rectal sigue estando disponible en las farmacias. Cuando un producto es eficaz, continúa siendo eficaz aunque pasen los años, y sólo la economía de los Gobiernos o la rentabilidad que ofrezcan al negocio farmacéutico pueden acabar con él.
 


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