(AZprensa) Parece un contrasentido pero no lo es, por una cosa muy sencilla que se llama “confidencialidad”. Tener un audímetro en tu casa entraña una gran responsabilidad, una responsabilidad que sólo está al alcance de unos 4.000 hogares en España, los cuales representan a la totalidad de la población de este país. Pero ¿qué son los audímetros?
Se trata de un aparato que se conecta a tu televisor (y que ahora recoge también la señal de tu móvil, tablet y ordenador) y envía un reporte de lo que estás viendo y de cuántas personas de tu hogar lo están viendo en ese momento. La empresa responsable de los mismos se llama Kantar Media y es ella quien elige los hogares en donde instalarlo, si es que en esos hogares lo aceptan, por supuesto. No pagan nada a esos hogares, salvo la entrega de unos puntos que se canjean por regalos de un catálogo. La elección de los hogares se hace en base a modelos estadísticos para que sean representativos del total nacional, es decir, se tienen en cuenta el número de miembros de la familia, las edades, el nivel cultural y social, etc. para que la muestra sea representativa del total. En definitiva, no puede tener audímetro quien quiera sino quienes ellos elijan siempre y cuando estos acepten colaborar. Porque de eso se trata.
Se trata de un aparato que se conecta a tu televisor (y que ahora recoge también la señal de tu móvil, tablet y ordenador) y envía un reporte de lo que estás viendo y de cuántas personas de tu hogar lo están viendo en ese momento. La empresa responsable de los mismos se llama Kantar Media y es ella quien elige los hogares en donde instalarlo, si es que en esos hogares lo aceptan, por supuesto. No pagan nada a esos hogares, salvo la entrega de unos puntos que se canjean por regalos de un catálogo. La elección de los hogares se hace en base a modelos estadísticos para que sean representativos del total nacional, es decir, se tienen en cuenta el número de miembros de la familia, las edades, el nivel cultural y social, etc. para que la muestra sea representativa del total. En definitiva, no puede tener audímetro quien quiera sino quienes ellos elijan siempre y cuando estos acepten colaborar. Porque de eso se trata.
Los miembros de la familia disponen de un mando a distancia con distintos botones con los nombres de cada uno de ellos, así como unos botones adicionales para cuando otras personas que acuden a ese hogar se sienten con ellos a ver la televisión. Lo único que tienen que hacer los poseedores del audímetro es pulsar su botón cuando se sienten a ver la televisión y volver a pulsarlo cuando se marchen. Nada más. Como al instalarlo ya ha quedado registrada la edad, sexo, nivel económico y social, etc., de cada uno de los miembros, el sistema envía la señal indicando quiénes y durante cuánto tiempo están viendo cada canal y cada programa.
Los datos personales son confidenciales, nadie más que Kantar Media los conoce, pero sus características (edad, sexo, etc.) son las que se hacen públicas al ofrecer el número y características de las personas que han visto cada programa de televisión e incluso las que determinan eso que está tan de moda y que llaman “minuto de oro”, es decir, el minuto que congregó a más personas delante del televisor.
¿Para qué se hace esto? Muy sencillo: Las televisiones viven gracias a la Publicidad, y los anunciantes elijen en qué canales y programas quieren anunciarse. Lógicamente, según sean las características del producto, así será el programa que elijan. Si un programa tiene mucha audiencia, los anunciantes querrán anunciarse en él; por el contrario si un programa tiene baja audiencia, los anunciantes no acudirán a él, la cadena de televisión verá cómo esos anunciantes se van a otra cadena y no tendrán más remedio que suspender la emisión del programa y sustituirlo por otro.
Esa es la gran responsabilidad que tienen todos aquellos que tienen un audímetro. De ellos depende que unos programas continúen en pantalla y otros cesen en su emisión; de ellos depende que las empresas quieran anunciarse en unos y no en otros. Una influencia que afecta a puestos de trabajo, a salarios, a inversiones… No es baladí. Tener un audímetro entraña una gran responsabilidad. Y por eso se exige a sus poseedores la confidencialidad, no pregonar en redes sociales, etc., que ellos tienen un audímetro. ¿Te imaginas? Si las cadenas de televisión supiesen quiénes tienen este aparatito, estarían tentadas de sobornarlos para que tuviesen puesto siempre su canal o algunos de sus programas, consiguiendo así unas engañosas cifras de audiencia que atraerían a los anunciantes, los cuales estarían tirando su dinero al colocar sus anuncios en cadenas y programas con muy poca audiencia.
Por eso son tan importantes los audímetros, y por eso nunca sabemos quiénes lo tienen en su hogar. Sólo se puede hablar de ellos cuando se han tenido y ya no se tienen, como es mi caso que, tras siete años con un audímetro (que es el tiempo máximo establecido) ya no lo tengo. No he recibido nada de dinero a cambio, sólo una serie de regalos que podía escoger de su catálogo, pero sí que me he llevado a cambio una cosa muy importante: Durante todos estos años he contribuido a aumentar la audiencia de buenos programas de televisión, porque la “tele basura” nunca se ha conectado en mi casa. Sólo espero que el hogar al que ahora haya ido a parar mi audímetro no sea adicto a la “tele basura” y prefiera, en cambio, los buenos programas de televisión.
Una forma de hablar tan peculiar que casi se podría considerar como un idioma autóctono.
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