lunes, 2 de enero de 2023

La sexualidad de la prensa impresa

(AZprensa) La sociedad actual ha perdido los valores. Cosas como la honradez, el honor, la lealtad, e incluso la justicia, han dejado de estar de moda. Ahora sólo priva lo inmediato, el poder, el dinero y, sobre todo, el sexo.
 
La Publicidad lo sabe bien, y siempre apela a esos instintos básicos del ser humano (aquellos que más de actualidad estén en cada momento) para inducir al público (consumidores potenciales de su producto o servicio) a la compra del objeto o servicio anunciado.
 
La gente no compra colonia para oler bien, sino para resultar atractiva. La gente no compra un coche grande para que quepan mejor en él las maletas o los niños, sino para que el propio conductor se sienta “grande” como el coche. La gente no se compra unos vaqueros rotos porque sean más cómodos o para que sean más frescos (¡y bien que circula el aire por esos rotos!) sino para estar a la moda y así sentirse aceptado por sus iguales, sentirse integrado en sus círculos y que no lo vean como un bicho raro. Y así podríamos seguir… no se compra nada por lo que es en sí mismo, sino por lo que representa para el que lo compra, por las cualidades y atributos sociales que se supone le otorgan eso que compra.
 
Y me viene a la memoria la prensa de papel, la prensa impresa, los periódicos y revistas, hoy al borde de una extinción irremediable. Ya publiqué en este mismo diario digital, “Diario AZprensa”, un “Epitafio a la prensa impresa”, y comenté que los editores de la prensa impresa no habían sabido encontrar la clave para su supervivencia… ¡y la tenían al alcance de su mano!: ¡La Publicidad que vende sensaciones! ¡La Publicidad que vende placer!
 
Porque la Prensa impresa (periódicos y revistas) podrían haber subsistidos si además de olvidarse de la actualidad (que eso es ahora cosa de otros que la dan al instante) se hubiera centrado en transmitir al lector los placeres, casi sexuales, de leer un periódico o una revista. Repasemos…
 
Me refiero al tacto, a la textura del papel que tocamos con las manos y nos transmite una sensación de placer que no pueden dar los móviles, ni la TV ni la radio.
Me refiero al olfato, a ese olor tan característico de los diferentes tipos de papel que a cada paso de página nos lanza una oleada de aromas placenteros.
Me refiero al oído, a ese leve sonido que susurra en nuestro oído cada vez que pasamos una página y del que tenemos el control absoluto para hacerlo más rápido o más lento.
Me refiero a la vista, a esa mirada reposada que nos ofrecen las imágenes estáticas impresas en el papel, las cuales podemos acariciar con la vista todo el tiempo que queramos.
Y, finalmente, me refiero al gusto, pero no al gusto de comérselo (porque el papel no se come) sino al gusto de sentarse relajadamente a disfrutar de la lectura, haciendo un paréntesis que nos repare el desgaste continuo de las prisas del mundo en que vivimos.
 
Unas buenas campañas de Publicidad que, en vez de venderte periódicos, te hubiesen vendido esos placeres que la prensa impresa nos da a través de los cinco sentidos, quizás hubieran cambiado el curso del destino. Esa sexualidad de los periódicos y revistas impresos en papel, nos da una satisfacción que no está al alcance de los demás medios de comunicación, pero ninguna editorial de periódicos y revistas ha sabido utilizar.
 


Un periodismo distinto es posible, cuando quien escribe es verdaderamente independiente.
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